#LeoSubmarine
Andrea Silvana Chuiman Córdova (Lima, 1984) es actriz, bailarina, coreógrafa y docente. Ella dirige, además, con esa energía única que le da el amor por la danza, Machita Mujer Caporal, el movimiento peruano de empoderamiento femenino centrado en la difusión del personaje de la “Macha Caporal”.
Chuiman y el grupo de mujeres que integran el movimiento, potencian el poderoso e iluminado universo de este personaje y lo emplean como una herramienta social para el desarrollo personal y artístico tanto de niñas como de mujeres.

Encontramos a una Andrea bastante contenta y distendida, pero eso sí, siempre pensando en que hay algo por hacer, “lo cual puede ser un punto a favor pero también en contra”, apunta. El 2022, más allá de pandemias y ómicron, ha empezado y ella ya coordinó la nueva toma fotográfica de todas las integrantes, los talleres de verano y también, el lanzamiento de un videoclip que hicieron con Kubrick. Lo que sigue a continuación nos perfila el empuje de una mujer que vive con la intensidad y la fuerza de la danza que lleva en el cuerpo y el corazón. Y de lo que quiere hacer con ella.
Si una canción definió con tanta claridad tu camino hacia la danza y el folclore, ¿cómo se dio tu acercamiento a la actuación?
– En realidad creo que siempre lo tuve pues mis padres tienen un vínculo muy cercano con el arte y la actuación. Aunque tengo un tío –Adolfo Chuiman, muy conocido por “Risas y Salsa”, a quien veía en la televisión y también en la casa, no fue la razón exacta por la cual me quise dedicar a la actuación.
Desde chica jugaba en casa a hacer obras y hasta cobraba entrada a mi familia (risas). Con mis primos siempre montábamos obras de teatro en las reuniones familiares, sin embargo no tenía la real concepción de lo que era eso.
Fue a los 13 años, inventándome historias frente al espejo, cuando asumí que aquello era actuar. Para entonces ya sabía que existían talleres de teatro, que existía la carrera y me dije, quiero dedicarme a esto. Ese mismo año hice el papel protagónico en una obra del colegio; luego ingresé a los talleres del Teatro de la Universidad Católica – TUC que quedaba en el centro de Lima y a partir de ahí nació todo.
Has actuado en cine, teatro y televisión, ¿dónde te sientes más cómoda, más en comunión con lo que sientes como actriz?
– Cada uno tiene su encanto, realmente. Me gustaría hacer mucho más cine y sigo con esa idea. Últimamente hice mucho más televisión, que es algo muy rápido pero tiene mayor llegada al público, tiene su propio encanto.
Pero donde siento que realmente que estoy ejerciendo plenamente mi carrera es en el teatro. Ahora bien, como hace mucho tiempo que hago cosas más audiovisuales, regresar a las tablas siempre es y será un reto pues todo actor, toda actriz tiene que estar en training, tiene que estar activo.
A fines del 2019, principios del 2020, inicias el camino de Machita Mujer Caporal; ¿en qué contexto nace y cómo fue tomando forma?
– Se dio desde la primera vez que bailé como macha en el Ballet Folclórico Nacional. Eso fue en el 2015, recuerdo que mis compañeras y yo teníamos cierto temor y preocupación de que no saliera bien, pero nos dimos fuerzas entre todas y sacamos adelante la línea de machas. Fue ahí donde me di cuenta que el personaje era un gran reto y me quedé pensando en que algo se podría hacer con él.
Recuerdo haberlo comentado con algunos amigos y no hubo mucho rebote, sí muchas bromas y hasta algunas burlas. Se lo comenté también a mi pareja de aquel entonces y me dijo que la idea le parecía genial, que eso era empoderamiento femenino.
Pese a todas las dudas que tenía, por los comentarios, las bromas y todo lo demás, decidí seguir adelante, sobre todo luego de la llamada que recibí del Teatro Británico para presentar lo de Machita Mujer Caporal en formato teatral.

¿Qué te motivó a crear el proyecto?
– Me motivó lo que viví bailando como macha y lo que observaba de mis compañeras y de otras mujeres al bailar, no era ni soy ajena al personaje, lo he vivido y lo vivo día a día en mí. Cuando conocí más del tema, descubrí que había más mujeres que sentían lo mismo que yo y las necesidades que se cubrían interpretando al personaje. Creo que hay algo más que bailar y ser feliz, y en el caso de la macha, hay un poder interior que reluce con el personaje pues además de pertenecer a una danza de luces; el temperamento de la macha es el de una mujer guerrera, que se admira, sabe lo que vale y lo que merece; ella baila para ella y por ella.
Eso fue lo que me motivó a crear el proyecto, la necesidad que vi en otras mujeres de alzar su voz, de hacerse notar y de hacer movimientos grandes, fuertes, amplios. Fue cuando hice la primera clase abierta que me di cuenta de la magnitud de lo que había tocado, de la fibra que había pinchado en este grupo de mujeres.
Somos un país signado por profundos estereotipos que se manifiestan en todos los estratos sociales, culturales y económicos, ¿cuáles han sido los principales elogios y críticas que has recibido por MMC, de qué sectores provenían?
– Los elogios han venido principalmente de agrupaciones y movimientos feministas y del arte en general, de personas relacionadas con las ciencias humanas. Y las mayores críticas las he recibido desde la danza folclórica, sobre todo del público boliviano pues hay una férrea defensa del patrimonio inmaterial de ese país, pues los caporales tienen herencia altiplánica y Perú tiene altiplano también. Pero la creación de la danza como tal es boliviana y estuvo a cargo de los hermanos Estrada Pacheco.
Pese a que tenemos la venia de la primera mujer que hizo de macha en el mundo, la señora Lidia Estrada Pacheco, con quien conversamos y nos felicitó por el trabajo, mucha gente boliviana nos critica por enseñar la danza y el personaje, hay muchos ataques por ese lado.
Otros sectores de donde han venido las críticas y ataques son de agrupaciones más tradicionalistas cuestionando el por qué mezclamos lo social y el empoderamiento femenino con la danza folclórica. Nos han tildado hasta de feminazis, pero nuestro movimiento no es extremista ni radical, hay momentos en los cuales si hay que tomar una determinada posición lo hacemos. En general, Machita Mujer Caporal defiende muchas causas pero entendiendo, comprendiendo y sobre todo, respetando las ideas de los y las demás.

Sabemos que la primera macha caporal peruana, Josefina Mamani, te contactó cuando iniciabas el proyecto, ¿qué sabías sobre ella y sus esfuerzos para visibilizar la participación femenina en la danza caporal?
– Más que contactarme, Josefina Mamami llegó a mí por medio de otra machita cuando hice una reunión en mi casa, luego de una convocatoria que lancé desde mi Facebook. Necesitaba conocer a machas que llevaran mucho tiempo bailando y otras que recién se estuvieran iniciando. La machita que se enteró de mi reunión le pasó la voz a Josefina y llegaron juntas.
Cuando ella cuenta que fue la primera mujer en hacer de macha en el Perú se me cayó la mandíbula, la verdad es que no conocía mucho sobre su historia. Fue entonces cuando supe el ejemplo de macha caporal que es Josefina en la vida: le dijeron que, luego de un accidente, no iba a volver a caminar, menos bailar. Sin embargo, ella nunca ha dejado de bailar, es parte de su cultura de vida bailar caporales, bailar como macha caporal. También ha bailado diferentes personajes de las danzas del altiplano interpretando roles de varón; Josefina tiene un estilo muy particular y hermoso.
Para mí fue como estar frente a una leyenda, evidentemente la invité a ser parte de Machita Mujer Caporal y sigue siéndolo.
El Teatro Británico te convocó para que presentaras MMC en un formato más ligado a lo teatral, ¿cómo fue el proceso creativo y de trabajo que permitió y dio como resultado la obra que finalmente se estrenó?
– Creo que todo fue al revés, siempre he imaginado a MMC llevando las clases a las zonas más alejadas del país y del mundo. El principal objetivo es ampliar este mundo de las machas a quienes no han tenido un acercamiento al mundo de la danza. La idea de una obra de teatro era bastante lejana, la invitación del Británico llegó cuando el movimiento todavía no había avanzado tanto como hubiera querido.
Fue así como convoqué a actrices – bailarinas que tuvieran un vínculo fuerte con la danza folclórica. No era indispensable que supieran bailar espectacularmente como machas pero sí con el folclore y qué les despertaba el mundo de las machas, además de conocimiento y experiencia en creación colectiva.
El performance de danza caporal y teatro se llamó igual, Machita Mujer Caporal y a través de él se cuestionaba el rol de la mujer en la danza y en la vida desde la perspectiva de la macha caporal. Fueron ocho funciones de las cuales hicimos cinco hasta que llegó la pandemia. Las funciones restantes las suplimos con clases y la grabación de la obra.
¿Cómo ayudó tu conocimiento de la actuación y la dramaturgia para llevar adelante la obra?
– Mucho, evidentemente. Dentro de las machas que logré convocar están Lola Santillana, actriz, egresada del TUC, que también es docente de teatro y bailarina de danzas folclóricas. Luego, está Laura Santa Cruz, bailarina de danza contemporánea y danzas folclóricas, quien también tiene un hermoso proyecto de marinera norteña dirigido a personas con discapacidad. Llegó también Suly Vilcañaupa, docente y artista, con 25 años de experiencia bailando caporales. Para la asistencia de dirección tuve el apoyo de Fiorella Coras, quien además de haber estudiado comunicación audiovisual, amaba y ama los caporales. Trabajé la producción, el guion y la dirección, pero sobre todo, quería estar en escena, actuar de todas maneras. Para el proceso de dramaturgia tuve el apoyo y asesoramiento de directores, directoras y actrices.
La actuación me dio las herramientas para armar toda la obra en base a mi experiencia como bailarina es decir, la experiencia dentro de la danza es el material con el cual trabajé y las herramientas para hacerlo me las dio la actuación. Fue la primera obra que escribí y dirigí, pero con los valiosos aportes de todas las chicas.
Hay una entrañable anécdota sobre la primera convocatoria que hiciste para financiar lo de la obra, ¿cómo y dónde se dio; qué enseñanzas te dejó?
– Es algo que voy a recordar siempre. Cuando lancé esa primera convocatoria para las clases, esperaba que llegaran 10 a 15 chicas y con eso estaba contenta, jamás imaginaría que llegarían tantas. El día de la clase, mientras más se acercaba la hora, yo era un manojo de nervios. Mi asistente no iba a poder asistir por un problema que debía resolver y dos de las machas irían después, estaba sola.
Mi mamá decidió acompañarme hasta la Plaza de la Bandera, en Pueblo Libre, y llegamos cerca de 15 minutos antes. El impacto fue increíble, ¡había 90 chicas!
Pero los nervios, los miedos y temores desaparecieron en el momento mismo que dije ¡bienvenidas chicas! y me hice cargo de la clase. Por la experiencia que tenía dictando desde hacía buen tiempo, no tuve problemas, todo fluyó naturalmente.
Estas clases, además de la danza misma, tenían también dinámicas teatrales, de integración y de comunicación porque la idea era que las chicas pudieran explorar en ellas mismas por medio de las machas.
En un momento de la clase empezó a lloviznar y paramos la clase. Sin embargo, bajo la lluvia, las casi 100 chicas y nosotros (se habían unido dos machas de MMC), decidimos seguir bailando; fue como sentirse en Puno, en plena Candelaria.
Recuerdo que después, con toda esa energía linda que había nacido entre todas, mientras bailábamos, sentimos cómo la lluvia se detuvo y el cielo se puso todo naranja y dio paso a un atardecer hermoso, fue algo inolvidable.

MMC ha trascendido fronteras, ¿hasta dónde ha llegado y hasta dónde quisieras que llegue?
– Nosotros empezamos las clases presenciales en febrero de 2020 y al poco tiempo, SOMOS nos hizo una nota que permitió que el proyecto creciera muchísimo. Fue gracias a ellos, a TV Perú (quienes nos hicieron la primera nota) y a otros medios, que pudimos llegar a otros públicos. Fue durante la pandemia cuando se amplían las fronteras internacionales; nos convocaron a un festival virtual en China; a otro festival virtual en Bolivia con una adaptación de la obra y nos hicieron una nota para una revista de comunicaciones de la India nombrándonos como uno de los 25 proyectos de empoderamiento femenino más relevantes del 2020.
También nos llamaron desde diferentes oenegés internacionales; he podido dictar clases de macha caporal para América Solidaria que tiene sedes en diferentes países de Latinoamérica; la ONG Plan Internacional también nos dio esa oportunidad.
Nuestro movimiento puede seguir creciendo y quiero que así sea.
¿Cómo sientes que ha evolucionado el proyecto desde sus primeros días hasta hoy? ¿Qué impacto sientes que tiene o ha tenido la propuesta en las mujeres?
– No se ha desenfocado de su punto inicial que era el trabajo social. Siento que ha podido avanzar gracias a este punto que lo diferencia de un ballet folclórico o de un elenco de danza pues no pretendo que seamos un elenco artístico, netamente.
Antes de la creación de MMC, personalmente tuve un acercamiento a la ONG Ruwasunchis y me fui hasta Manchay, a un asentamiento humano muy alejado y ahí dicté la clase de macha caporal para las mujeres, sus niñas y sus niños. Creo que en ese momento aún no tenía la real conciencia de lo que estaba haciendo, pero fue como el inicio de lo que vendría.
Luego, mientras trabajábamos en lo de la obra y hacíamos las clases, contacté con Hatun Wasi, otra ONG que trabaja con mujeres, niñas y niños peruanas y venezolanas, básicamente en Lima Norte, Los Olivos, San Martín. Fue allí donde dicté estas clases de machas para niños y niñas, identificando al personaje de la macha o del caporal como un medio para sacar a relucir nuestra fortaleza física e interior. Por eso cuando la clase era para niños y niñas se llamaba Caporales para el desarrollo, y cuando era solo para niñas, Mini Machitas.
Entonces, MMC no ha perdido el punto y no lo perderá.
Lo que no pensé es que fuera a crecer tan rápidamente, eso es algo que aún me sigue sorprendiendo. Durante la pandemia, lanzamos un videoclip, Baila, junto a una cantautora nacional llamada Naysha, el cual tuvo muchísimo impacto en el medio de la danza folclórica. Por mi parte, voy a seguir impulsándolo para llegar a otros públicos.
Pero, además de todo eso, desde abril de 2020 hasta hoy, felizmente no hemos parado con las clases virtuales, lo cual es un gran indicador.
Que una y muchas alumnas te digan que les hemos cambiado la vida, es quizás la mejor respuesta del impacto que el movimiento tiene en las mujeres. Lo que nos han compartido es realmente inspirador, escucharlas decir que no sabían qué hubiera sido de ellas sin estas clases que las llenaban de energía positiva y las ayudaban a liberar la energía negativa de la pandemia, ha sido y es conmovedor.
En lo personal, también me cambió la vida y sé que a las demás integrantes del movimiento, también. Pero cuando lo dicen y lo escucho de las alumnas, siento que voy por un buen camino.
¿Cuál es tu sueño con MMC?
– Quisiera llegar a los lugares más recónditos del mundo, no solamente acá en el Perú. Ya hemos traspasado fronteras y creo que podemos seguir haciéndolo pues la danza de los caporales se practica tanto en Perú, Bolivia, Argentina, Chile, Ecuador, Colombia, Brasil como también en otros lugares como Estados Unidos y Europa. Me gustaría llegar a Asia, ya llegamos a China virtualmente, pero quiero más.
Pero quizás me voy a sentir aún más plena no solamente porque llegue a otros lugares, sino porque realmente logre tocar la fibra de los corazones de diferentes mujeres de otras partes del mundo que no conocían la danza y no se conocían a ellas mismas bailando como machas. Creo que mi sueño es que Machita Mujer Caporal transforme, de alguna manera, la vida de mujeres y niñas alrededor del mundo y que conozcan la magia, el arte de ser una macha caporal.
¿Cuánto ha transformado tu vida?
– Muchísimo, en dos años he hecho de lo que era un sueño y una pasión, una forma de vida y soy muy feliz de compartirla. Es cierto que hay altibajos pero renuevo mis energías con cada clase y el testimonio que se comparte, aquello que difundes como enseñanza, lo terminas aplicando a tu vida.
En algún momento, durante la primera ola, pasé por un momento bastante difícil en el ámbito personal, no tenía ni ganas de pararme de la cama. Machita Mujer Caporal ya estaba avanzando, yo tenía que dictar clases y sentía que no tenía ni fuerzas ni ganas para ello. Hasta que yo misma me dije: “Un momento, ¿dónde está tu macha caporal, dónde está tu machita interior?” Porque siempre decimos eso, es como nuestro lema: “Descubre tu machita interior”. Así que apliqué eso a mi vida, lo seguiré aplicando y que siga transformando mi vida y la de las demás.

¿Qué es lo que te sigue emocionando, Andrea?
– Cuando veo que en cada clase hay mujeres y niñas que disfrutan su baile y se descubren por medio de la macha caporal y se les nota en la cara.
Me emocioné mucho cuando en octubre del año pasado fui a Cusco, al albergue Casa Mantay, que es para jóvenes madres. Esas niñas, pues son niñas, han pasado por contextos muy difíciles de violencia y están esperando un hijo o tienen a sus bebitos en este lugar. Fui llevándoles una clase y ellas que nunca habían hecho algo así, sonreían tan genuina y naturalmente que pensé en cómo el arte, la danza –de alguna manera, te pueden sanar; no van a solucionar los problemas del mundo, pero te pueden ayudar a ver el mundo un poco mejor.
Me emocionó ver a estas niñas que, con toda la situación que han vivido, tenían sus corazones prestos a bailar. Esa ingenuidad, esa inocencia, esa belleza de corazón es lo que me conmovió y mientras haya más lugares donde podamos llegar, me seguiré emocionando.
Pero siempre, siempre me voy a emocionar y alegrar la vida cada vez que escuche el bombo de los caporales, el bombo de esa música es medicina para el alma.
