Marie Isabel Musselmann García (Lima, 1968) es diseñadora gráfica, editora y autora de hermosos libros y también diseñadora de otros tantos.
Es como una dinamo de Faraday aplicado a múltiples y apasionantes proyectos que, gracias a su imaginación y a esa creativa terquedad que tiene al Perú como eje central, han visto la luz. Marie Isabel sabe de diseño, color, de procesos, de idas y vueltas, de libros, de fútbol y de vida. Conversar con ella ha sido un genuino placer.
Danke, Frau Musselmann.
#LeoSubmarine

Te formaste como diseñadora gráfica en Toulouse-Lautrec y luego te especializaste en Europa, ¿cómo fue la ruta de tu aprendizaje y qué es lo que más rescatas de aquello?
– Siempre he sido un alma curiosa, me encanta indagar, preguntar, escuchar, conectar con la experiencia del ‘otro’ y expandir mi horizonte a través de lo que la otra persona me cuenta, y así descubrir que existen otras formas y perspectivas.
Terminé la carrera en el ’90, en un momento en que el Perú se veía confrontado a un escenario extremo por todo lo que pasaba por el terrorismo sumado a una devastadora situación económica. Si bien ya me había nutrido de diferentes maneras a nivel diseño, sentía que en ese momento, acá, no podía crecer más.
Una de las formas que tuve para descubrirlo fue a través de la colección de estampillas que tenía mi papá. En ese momento en el Perú no podías comprar libros de diseño.
Esas estampillas fueron la mayor fuente de inspiración durante mis estudios de diseño entre el 88 al 90. Esa increíble colección de sellos postales de Alemania, Suiza e Inglaterra me regalaban la síntesis, el concepto y el manejo de color perfectos como para simplificar un mensaje. A través de ellas descubrí que en otras latitudes había otra forma de mirar y estructurar la gráfica. Pues si en un área de 2.5×1.5cm se podía simplificar y transmitir tanto y de forma tan clara, cómo sería la proyección adaptando el diseño a otras proporciones. Quería aprender más, conocer más, abrir mi horizonte y llenarme de otros estímulos; para eso tenía que salir del Perú.
Fue así que me aventuré a buscar en Alemania un camino diferente. Tenía la convicción que allá iba a encontrar las respuestas que buscaba. Migrar en ese momento significaba la esperanza de algo nuevo.
Me embarqué con mis proyectos, mis láminas y fotos a buscar suerte. Toqué muchas puertas, no todas se abrieron, no me aceptaban para entrar al último año de la carrera allá, no fue nada fácil. Sin embargo, tuve la enorme fortuna de quedarme en Stuttgart en casa de un amiga por unos meses y descubrí en esa ciudad un centro maravilloso de diseño, el ‘Gestaltzentrum in Stuttgart’, a donde, durante seis meses, fui cual academia –de 8:00 a.m. que abrían, a 2:00 p.m. que cerraban. Ahí devoraba cuanto libro podía encontrar para hacer mis propios apuntes, resúmenes y notas.
Me hice muy amiga de la bibliotecaria y ella me dio los datos de mucha gente de peso en el mundo del diseño europeo. Fue así que contacté con Helmut Langer, que fue presidente de Icograda, la asociación más importante de diseño; con Joan Costa, un tigre en Branding y Señalización a quién conocí después y con Norberto Chávez, ambos vivían en Barcelona. A todos les envié cartas escritas a mano y les adjunté copias de mis trabajos, la idea era poderlos visitar para conversar. Tuve la fortuna de que me respondieran afirmativamente y los pude conocer.
A los cinco meses de estar en Alemania me avisaron que se abría un puesto en la Porsche AG para el cambio de la imagen a nivel mundial. Postulé sin ninguna expectativa. Me entrevistó Kurt Weidemann, diseñador gráfico peso pesado en Alemania pues con él se trabajaría la imagen; conversamos largo y tendido; para mi asombro, a los pocos días me llamaron para decirme que el puesto era mío.
La experiencia fue increíble pues desarrollamos el Manual Corporativo que luego sería repartido y adaptado a nivel mundial. Luego de esa experiencia, postulé a un estudio de diseño muy importante en Stuttgart, Anton Stankowski & Duschek, donde pude trabajar con el mismo Stankowski, una leyenda en el diseño alemán, y con Udo Schlimann más un equipo de cinco personas; traté de aprender todo cuanto pude.
Fue sumamente enriquecedor.
¿Qué es lo que más rescato de esa experiencia?
El haber aprendido que el diseño tiene muchos ángulos desde donde puede ser visto. La idiosincrasia del lugar también te da herramientas para incorporar luego a tu mundo visual, inclusive las experiencias personales, la forma de relacionarse, los diálogos, la forma de vestir, la forma como señalizan y visten sus calles, las vitrinas de moda o los museos. Todo te da impulsos visuales que uno luego aplica -consciente o inconscientemente- en su trabajo cotidiano de diseño. Todo suma.

Elegiste la independencia de un estudio gráfico propio en un tiempo en el que la mayoría de tus pares eran masculinos, ¿qué te llevó a tomar esa decisión?, ¿cómo la enfrentaste y llevaste adelante?
– Cuando tuve que tomar la decisión de independizarme, a fines del ’97, no lo pensé, me tiré a la piscina por un pálpito y una sensación de certeza que por ahí tenía que seguir mi camino. Desde mi regreso de Alemania había trabajado en estudios de diseño o en instituciones importantes, pero confirmé que por ahí no era.
Durante los tres años que trabajé antes de dar ese salto no logré acostumbrarme a la ‘forma de trabajo’. Venía de trabajar de una forma muy ordenada, organizada y estructurada; el cambio fue brusco, pues me encontré con que casi siempre resolvíamos las cosas al ‘último minuto’, muchas veces con amanecidas y en ese contexto era difícil proponer un cronograma con un método más funcional. No encajé y decidí probar aplicando lo que aprendí allá. Algo debe haber resultado pues este 2022 cumplo 25 años de trazar esa ruta de forma independiente.
Sobre el tema de género que mencionas, el tema no fue tanto por ahí. Mis pares más bien en diseño eran más mujeres que hombres. Sin embargo, sí me pasó que cuando me presentaba a las empresas, las gerencias estaban encabezadas prácticamente al 99% por hombres, y en ese sentido tuve que ganarme un lugar de respeto y valoración hacia mi trabajo.
Gracias por la digresión, Marie Isabel. ¿Cuáles han sido y siguen siendo tus referentes en el diseño, no solamente por su obra sino por la trascendencia de la misma en nuestra sociedad?
– Mis referentes principales siguen siendo muchos maestros de fuera y sobre todo el estilo de diseño europeo. Siempre vuelvo al trazo limpio, al color puro en esencia, al diseño con pocos elementos, a la síntesis de la síntesis, a lo simple. Y en el diseño gráfico, puro, cuanto menos elementos, mejor. Cuanto menos distracción mejor llega el mensaje. Cuando hay mucha información que procesar en vez de afianzar el mensaje, lo confunde. Yo no le tengo miedo al vacío ni a los espacios en blanco, ni a las proporciones diferentes. Muchas veces los “aires”, los “vacíos” en una página o los espacios en blanco potencian el diseño. A veces UN solo elemento bien pensado, de forma sensible e inteligente, es mejor que 10 elementos -confusos- en un mismo plano. La mente digiere e integra mejor la síntesis.
Tengo varios diseñadores como referentes a los que siempre vuelvo, y vuelvo, no sólo por su estilo de diseño sino porque he intentado ‘entender’ el razonamiento que los llevó a desarrollar su obra de determinada manera. Eso me regala herramientas.
Te menciono algunos referentes: Anton Stankowski, alemán, con el que tuve la suerte de trabajar, por el manejo de la síntesis, por el manejo de los espacios en un área determinada, por el juego de color; Joan Costa, español, que me enseñó mucho sobre señalética y con quien descubrí la sistematización del diseño; Erick Spiekermann, alemán, por su manejo impecable en la tipografía y en la diagramación en los espacios; Massimo Vignelli, italiano, otro grande en el manejo de los espacios y en el ver el diseño como un ‘sistema’.
Alan Fletcher, inglés, por el juego de la síntesis en combinación con la ilustración, es autor de un libro maravilloso ‘The art of looking sideways’, que es una exploración hacia la más pura esencia del diseño, te rompe el cerebro, hay que tenerlo; Milton Glaser, americano, por su manejo del diseño más orgánico y del color; Frank Chimero, americano, que me enseñó a entender la frase “People ignore designs that ignore people” (La gente ignora el diseño que ignora a la gente), tiene un libro fabuloso “The Shape of Design”, que es casi una obligación leerlo.
A quien vuelvo especialmente, es a Otl Aicher, mi mayor referente, fundador de la ‘Hochschule de Gestaltung’ en Ulm, la escuela más importante de diseño en Alemania después de la Bauhaus. Él fue el que probablemente estructuró el diseño hacia un sistema de símbolos, donde cada uno estuviera concatenado y relacionado entre sí, donde cada elemente tuviera una función, un porqué y un para qué.
Fue él quien creó los primeros pictogramas para el mundo y el que por primera vez diseñó un empaque visual para un mega evento deportivo como fue la Olimpiada de Múnich ‘72.
En el Perú, Elliot Tupac es siempre una gran inspiración para mí, pues logró, a través de su trazo y estilo, marcar un sello personal en la gráfica. Y lograr eso es una tarea ardua, que requiere mucha constancia y perseverancia. Su estilo y manejo de color me invitan siempre a crear. Admiro su obra.


Habiendo interiorizado todo ese aprendizaje, según tu experiencia, ¿cuáles podrían ser los errores más comunes al momento de encarar un proyecto de diseño?
– No siempre es un ‘error’ lo que lleva a un diseñador a no abordar un proyecto de forma exitosa, a veces la inexperiencia hace que no miremos las cosas como son o como totalidad.
– Pensar en la forma y olvidar la función. Pensar en la función y olvidar la forma.
– Buscar referentes para imitar en lugar de buscarlos para observarlos desde un análisis.
– Creer que en la primera reunión con el cliente ya se llegó a la idea final hace que nos desorientemos en el camino. El proceso creativo debe tocar ‘el punto de caramelo’ como me gusta llamarlo. Es necesario llevarlo a la profundidad; existe un tiempo de investigación, otro de digestión y un tercero de maduración de la idea. Recién luego de ello pasamos a la etapa creativa ‘per se’. No es posible llegar a la respuesta si no se toca la esencia.
– El no querer entender que detrás de ese cliente hay un ser único que debe ser mirado, sentido y abordado como tal. Si bien el proceso creativo puede ser parecido como estructura, el desarrollo gráfico neto debe abrir siempre nuevas hojas de ruta.
– Querer satisfacer sólo al cliente, cuando en el fondo el verdadero resultado de nuestro trabajo se va a medir en quien lo consuma, el público.
– Ser “demasiado innovador” no siempre funciona y no todos los proyectos se prestan para eso de forma radical. Para innovar, antes hay que haber entendido bien la base, los cimientos, la parte mental/emocional y estructural como concepto. Para poder replantear una nueva perspectiva y visión, es necesario primero haber incorporado la estructura eje. Muchas veces se proponen nuevas rutas, aparentemente osadas y arriesgadas, pero sin fundamento por donde se las mire.
Después de poco más de 20 años editando, escribiendo, diseñando y proponiendo diversas formas de aprender, desaprender y volver a aprender acerca de nuestro país, ¿cuál es tu mayor reflexión luego de todo este tiempo?
– Que nuestro Perú es inmensamente rico y maravilloso. Que se puede seguir descubriendo desde diferentes ángulos. Que no existe una ruta, existen varias. Que no hay un solo un camino, se pueden proponer siempre nuevos. Pero eso sí, siempre desde el respeto, pues guardo una profunda admiración a mis raíces ancestrales.
Nuestro Perú tiene todo: una historia milenaria, cultura, restos arqueológicos, arte textil y artesanía variada, infinidad de fiestas y tradiciones, una gastronomía que nos envuelve, paisajes de ensueño, flores, frutos, colores… hay insumos por donde uno camina y ve.
Siempre pienso: ¿y por qué no mirarlo desde un ángulo diferente? ¿Quién dice que solo existen las rutas conocidas para llegar al mismo puerto? Hay que atreverse, saltar al vacío, intentar y lanzarse a explorar algo nuevo, investigar e investigar hasta encontrar el punto de partida, el hilo conductor para darle un sentido y profundidad a un nuevo proyecto. ¿Da miedo? Sí, lo incierto atemoriza y no da seguridad; es arena movediza pues no “garantiza” un camino. Eso, en cierta forma, es verdad. Pero si uno no se lanza a explorar algo diferente, ¿cómo sabe que no puede descubrir algo maravilloso? Lo dijo Steve Jobs: “¡La gente no sabe lo que quiere hasta que lo ve!”, hay que descubrirlo.
¿Cuáles han sido y son los ejes de tu propuesta editorial en todos estos años?
– Hace poco un amigo me regaló esta frase definiendo mi trabajo –me identifico con ella y siento que calza muy bien con tu pregunta, es de Schopenhauer: “La tarea no consiste en ver lo que nadie ha visto, sino en pensar lo que nadie ha pensado acerca de aquello que todos pueden ver”.
Cuando arranqué con mi primer libro en el 2000, nunca pensé que algún día esa trocha que había abierto iba a volverse un camino. Pensé que sería mi primer y único libro. Me aventuré al mundo editorial sin haber estudiado literatura, sin ser un ratón de biblioteca, sin ser una pluma en las letras, ni una historiadora o una arqueóloga que descubre un tesoro de antaño.
Nunca he pretendido tampoco competir con las letras o considerarme una autora en letras mayúsculas, comparándome en el mismo rango con tantos autores distinguidos y renombrados en nuestra sociedad y en el habla hispana.
Mi propuesta no es literaria, mi propuesta va más por lo visual. Mi aproximación al mundo editorial ha sido desde lo evocativo, desde lo sensorial. Desde aquello que lo visual puede movilizar en quien lo ve. Y en ese aspecto el diseño gráfico, que es mi carrera, ha sido mi aliado. Siempre he buscado alguna herramienta del diseño como eje para el desarrollo conceptual de la siguiente propuesta.
En ese aspecto, me lancé a descubrir rutas por las que nadie había transitado antes, sin saber bien si iban a funcionar o no. El diseño es desaprender para aprender a ver con otros ojos. Y hoy, luego de más de 20 años en el rubro editorial, puedo ver un camino y me da alegría haberme atrevido a saltar y haber transitado la incertidumbre.
¿Cómo defines y vives los procesos creativos y de producción para tus libros?
– Hay tres aspectos que contemplo durante un proceso creativo y no necesariamente van en el orden que sigue: 1. La intuición, que viene unida con la espontaneidad. 2. El razonamiento, que se enlaza con la estructura. 3. La estética, que tiene que ver con la belleza, la armonía, el alma.
Hay libros que empiezan a aparecer desde lo estético, desde lo bello, desde las sensaciones que me mueven, pero un libro no “puede” o debe quedarse solo ahí. Un libro debe tener una estructura, un hilo conductor, un referente, un ritmo. Es en ese punto donde a la estética le sumo el lado racional, es decir, profundizo en la forma, en el mensaje, en la estructura, en el contenido. Ahí empieza la etapa de investigación con otra profundidad, donde defino el eje central de la propuesta, si va a llevar fotografía o sólo elementos gráficos (como en el libro del color), y en caso de ser fotográfico, con qué fotógrafo desarrollarlo, por ejemplo. En esa etapa defino también a quienes sumar para la edición y desarrollo de los textos, a quienes invitar en caso de tener colaboradores. Me gusta que todas las áreas sean cubiertas por profesionales especializados en su campo.
En todos estos años he aprendido que la intuición te puede dar un primer pálpito que luego el razonamiento lo debe fundamentar para dejar un producto completo y que la parte estética, en conjunto con lo visual, deben lograr que el mensaje cale más allá de lo intelectual. Los tres aspectos potencian al producto final.
Otro punto fundamental es el grupo humano. Un libro es un trabajo de equipo, donde quizás la primera etapa, la creativa, la realizo más en silencio buscando la soledad, pero, en el proceso de desarrollo, es importantísimo que el equipo reme en conjunto contigo para analizar, proponer y complementarte. Un proyecto así no lo puedes hacer solo, son demasiados detalles que deben ser contemplados para que sea completo y de calidad.
¿Qué libro sueñas hacer?
– Ufff, tengo varios, el campo es tan amplio y rico que siento que nunca dejaría de descubrirlo y esa sensación es muy linda.
Pero, hay tres temas concretos que sí me gustaría explorar un poco más: la iconografía y los textiles precolombinos, y también crear uno con el tema de la MUJER desde un lado netamente sensorial. Los lanzo desde ya pues me encantaría desarrollarlos.
Mantienes una relación muy cercana con textos poéticos de notable belleza como los de ‘’Perú, contrastes&complementos’, ¿qué lugar ocupa la poesía en tu vida y en tus libros?
– Debo confesar que esa exploración no fue mía sino de Marianne Blanco y Antenor Guerra-García a quienes incorporé para ser los editores de los textos en ese libro. El trabajo de investigación que hicieron para llegar a las frases que acampañan los juegos de fotos que había creado fue titánica y llena de sensibilidad. Yo les compartí lo que deseaba que se expresara como mensaje y fueron ellos los que propusieron la salida eligiendo frases de poetas y escritores peruanos. Me pareció de una belleza sobrecogedora.
¿A qué poetas y otros autores regresas siempre?
– Soy muy mala reteniendo nombres y me pasa inclusive cuando veo a una persona: mi registro va más por lo visual que por el nombre. En los libros me pasa lo mismo, retengo el mensaje, retengo las líneas que me invitaron a reflexionar o me dispararon a otros puertos, sin embargo no retengo los nombres. Me gusta leer de todo.
Me gusta mucho leer la biografía de las personas que se atrevieron a abrir caminos. Me gusta leer cómo lo hicieron, qué miedos atravesaron, qué respuestas descubrieron, qué mundos se atrevieron a crear a partir de su exploración. No soy de novelas, aunque las de Alonso Cueto me las he leído todas. Me encanta.
De los escritores actuales, sigo mucho a Renato Cisneros y a Gabriela Wiener, ambos tienen una mirada que cruza diferentes umbrales y a la vez te aterriza.
¿Cuál es el verso que mejor recuerdas?
– ‘Si quieres saber de mi vida, vete a mirar al mar’, es de Martín Adán. Es un verso que me toca, pues el mar es mi paz, mi inspiración y mi silencio, aun con el arrullito eterno. Esa melodía es como un mantra que me invita a entrar a mi interior y me lleva a descubrir otras melodías internas mías. Es el mejor escenario para crear e inspirarme.
¿Cuál crees que sea el color de la poesía?
– La poesía contiene todos los colores, como un prisma, y depende del estado de ánimo en el que te encuentres conectarás con el mensaje como si fuera una vibración de color. Si estás en un momento feliz, todo resonará a amarillo o a anaranjado, o quizás a un turquesa claro, también. Pero, si estás en un momento apagado y triste, colores como el gris, el negro, el azul oscuro serán quienes te visiten. No será consciente pero seguro será así.



¿Cómo equilibras y proyectas en tu vida las herencias alemana y peruana que recibiste de tus padres?
– Es una simbiosis que, como en todo, tuve un proceso para poder fusionarlas e integrarlas. Tuve claramente mis momentos de sentirme más identificada con una o con otra en mi etapa formativa, pero en algún momento entendí que no eran negro y blanco, sino que podía encontrar en ellas diferentes tonalidades.
Son culturas por un lado muy opuestas y a la vez pueden ser complementarias. El alemán es extremadamente puntual y el peruano no necesariamente se caracteriza por eso. Al alemán le cuesta bailar con ritmo latino y al peruano le sobra sazón. El alemán come poco picante y acá le metemos ají a todo. Dicen que los opuestos se atraen y en mi camino logré encontrar cierto balance de lo que ambas culturas me podían aportar. Aprendí a extraer lo que me suman. Aprendí a encontrar los puntos de coincidencia. Aprendí que la palabra equipo no es ‘pensamos y hacemos lo mismo, sino aprendo de las diferencias y busco un progreso colaborativo’, y entendí que no debía pelearme con ninguna de las dos sino enriquecerme de lo que ambas me podían aportar. Con mi papá hablaba solo en alemán y estudié, además, en colegio alemán. Aprendí el abecedario en ese idioma y las matemáticas también, pero vivía y vivo en el Perú, donde la forma de pensar y de ver era y es totalmente distinta, debo reconocer que fue todo un proceso de adaptación.
¿Influenciaron estas culturas en mi mundo del diseño?– La respuesta es sí. Ambas me han regalado un paraguas de posibilidades como herramientas. Por mi lado alemán, el lado de mi padre, llevo más lo pragmático, la lógica, lo claro, lo directo, la disciplina, el orden, la síntesis, la estructura. Por mi lado peruano, el lado de mi madre, llevo más lo espontáneo, el ritmo, lo intuitivo, el vivo manejo del color, la chispa, lo expansivo. Eso me ha permitido, por ejemplo, transmitir un mensaje con UN solo elemento y un fondo potente de color. Alemania y Perú en síntesis.
¿Qué color te remite a la infancia?
– Cuando he leído tu pregunta apareció inmediatamente el color amarillo. El amarillo es vida, es luz, es un color que expande y da energía pues nos aporta alegría y ganas de vivir y conectando con mis vivencias en mi infancia tengo recuerdos felices. Sin embargo, si me preguntabas de pequeña y de adolescente, ¿cuál es tu color favorito?, te respondía el azul.
Marie Isabel, eres una formidable conocedora del fútbol, van algunas preguntas breves, cortitas y al pie:
– Tu top cinco de partidos que más te hayan emocionado
Es difícil responde esta pregunta pues, por ejemplo, siempre veo el Mundial a partir de 8vos de final y en ese momento vibras con todos los partidos. Solo ahí tengo varios partidos de infarto y tendría una lista de más de cinco.
De los partidos de la selección peruana, en la etapa de clasificación a Rusia 2018 me vi todos, todos los partidos sin excepción. En ese momento, además, estaba diseñando el libro ‘El Fútbol Peruano: Protagonistas de su historia’, de Antenor Guerra García y fue una sincronía maravillosa desarrollarlo en paralelo a la clasificación.
Tuve, además, la enorme fortuna de estar en el Estadio Nacional en el partido definitivo contra Nueva Zelanda. Me regalaron la entrada. Ese partido lo llevo tatuado en mi corazón y fue probablemente el partido más emocionante que he vivido. Fue además vísperas de mi cumple, así que lo recibí con todo un Perú feliz, como nunca, feliz. Mágico, ese día fue mágico.
– Tu top cinco de equipos que te gustan
En realidad, tengo dos: Bayern y Barcelona, en la era Messi. Me gusta también la liga inglesa, es potente. En el Perú, no soy hincha de ninguno en especial, aún nos falta mucho, ¿verdad?
– ¿Dónde y cuándo viste tu primer partido?
En el ’92, mi papá me llevó al Estadio Olímpico de Múnich, en el complejo Olímpico. Había 75.000 espectadores, no entraba un alfiler. Jugaron Bayern vs. Stuttgart. 2:0 para Bayern, un partidazo. Y repetí la misma experiencia en el 2015, cuando llevé a mi hijo Estefano al Allianz Arena para ver al Bayern otra vez. Bayer vs. FC Augsburg. Lloramos al entrar, ¡fue purita emoción!
– ¿Un estadio que te erice la piel?
El Allianz Arena de Múnich lleno, es potente. Aunque el Santiago Bernabéu, lleno, es igualmente potente. Ese estadio me parece imponente, te pone la piel de gallina.
– ¿Llegamos a Catar?
Llegamos, claro que sí, ¡¡¡y sin hacer matemáticas!!!
¿Qué es lo que te sigue emocionando?
– Vivir, sentir, compartir con los seres que amo, caminar por el mar y también, una sonrisa genuina y una mirada que abraza. También comer algo que me encanta, eso siempre me emociona. En realidad todo lo que haga expandir mi corazón. Siempre.
BONUS TRACK.
ALGO MÁS SOBRE MARIE ISABEL MUSSELMANN
Es autora de Perú, país de 1000 colores (2000); Perú, tierra viva (2001); Perú, aire, tierra, agua, fuego (2003); Perú, pares & paralelos (2004); Perú para Niños (2006); Perú, contrastes y complementos (2019) y Lo nuestro. Puro Color. Una poesía a nuestro Perú en su Bicentenario (2021).
Ha diseñado los libros: 10 000 años de pintura en el Perú (2007); Escultura de ayer y hoy (2010); Parir es Poder (2011); Oficios a la Limeña (2012); Breve Historia de Lima (2013); Aia Paec y los hombres Pallar (2013); Arquitectura y espacios sagrados (2016); Serie Mi Primer Libro: la creación de la vida (2017); El Fútbol Peruano: Protagonistas de su Historia; entre otros.
En el 2014, fue nombrada Embajadora de Diseño para Latino América por la Universidad de Palermo (Buenos Aires, Argentina) con la finalidad de aportar y promover la carrera de Diseño Gráfico en toda la región. Sus trabajos han sido publicados en revistas especializadas de diseño en Europa, en China y en diferentes plataformas digitales.
En el 2020 fue seleccionada para representar a Perú en la Bienal Iberoamericana de Diseño, BID 20, realizada en Madrid, con la imagen que creó para los Juegos Sudamericanos Escolares Arequipa 2018.
El año pasado fue invitada para participar en la EXPO2020 Dubái: “Connecting Minds, Creating the Future”. Fue seleccionada entre 100 diseñadores de diferentes partes del mundo.
Gracias por la bonita entrevista con mi hermana. Parte de la inspiración de su primer libro era conversaciones con nuestro Padre, que tenia un libro que mostraba los colores de India, y cuando ella lo vio le dijo a nuestro Padre que se debería hacer un libro de los colores del Peru, que no tienen nada que envidiar a los otros países. La mayoría de los libros que ella edito, y que ella fue el motor, muestran su amor y cariño al Peru, la cultura, la naturaleza, el mar, la gente…. su obra realmente es un Poema visual de amor al Peru