Lesly ramirez musica amazonica | leonardo.pe

Lesly Ramírez: “Mi música es un homenaje a nuestra tierra y a los espíritus que la habitan”

Leonardo conversa con la primera contrabajista shipibo-konibo del país.

Fronny Lesly Ramirez Bardales nació el 18 de noviembre del 2002 en la Comunidad Nativa de San Francisco, distrito de Yarinacocha, provincia de Coronel Portillo, departamento de Ucayali. Tenía dos años cuando su familia se mudó a Lima para vivir en el distrito del Rímac, en la comunidad urbana Canta Gallo. Estudió inicial y primaria en un colegio bilingüe (castellano-shipibo konibo) y culminó su secundaria en el colegio de mujeres Lucie Rynning de Antúnez de Mayolo del mismo distrito.
Como bien dicen, de raza le viene al galgo, Lesly es hija del artista shipibo y ex integrante de la banda de rock fusión La Sarita, Demer Ramírez Nunta, y de Yolanda Bardales, artesana y diseñadora shipiba.

 

A los 8 años, Lesly debutó como actriz en “Amazonía, corazón del planeta”, una obra de teatro escrita y dirigida por Gloria María Solari que fue presentada en el Teatro Municipal de Lima. Siguió estudios de teatro musical en la escuela de arte “Escena Perú” de la propia Solari y fue ahí donde tuvo la oportunidad de seguir desarrollando su vena artística en diferentes escenarios y obras de teatro.
Tenía 14 años cuando empezó a estudiar música académica en el programa musical juvenil e infantil de Sinfonía por el Perú del tenor peruano Juan Diego Flores. Ahí estudió canto durante un año para después empezar a estudiar música académica.
A los 15 años se dio el encuentro con su instrumento, el contrabajo, siguiendo una formación exigente y disciplinada con los mejores mentores del conservatorio, así como mentores extranjeros.

Lesly integró la primera orquesta sinfónica del Núcleo Rímac, y también fue parte del ensamble musical Puro Perú, convirtiéndose así, en la primera mujer contrabajista del pueblo shipibo-konibo. Como músico, ha dado conciertos con directores de todas partes del mundo en diferentes escenarios como el Parque de la Exposición, Catedral de Lima, diversos teatros, etc.

 

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Lesly Ramirez

A los 18 años formó junto a su padre el colectivo cultural “Nii Jointi- Corazón de la selva” en donde se dedica a enseñar la danza, música, teatro y el canto mediante la conservación, respeto y amor a la cultura shipibo-konibo. Gracias al trabajo constante y amor a lo que hacen han tenido la oportunidad colaborar, compartir nuestro talento y cultura con artistas reconocidos a nivel nacional.

Los días de Lesly se intercalan como estudiante de la Universidad Nacional Intercultural de la Amazonía – UNIA; en la escuela profesional de Ingeniería Agroforestal Acuícola y como integrante de la orquesta de cámara Vivaldi de Pucallpa.

Siendo el contrabajo un instrumento muy poco usado, no tan glamoroso y atractivo como otros; y siendo tú la primera contrabajista de la nación shipibo-konibo, ¿cómo fusionas los sonidos tradicionales de tu cultura con la música del contrabajo?
No he tenido aun la oportunidad como tal de fusionar los sonidos del contrabajo con la música tradicional de la Amazonía, pero sí he tenido la oportunidad de interpretar cumbia amazónica tocando temas de Juaneco y su combo, que son muy conocidos en Ucayali. Para mí ha sido y siempre será un honor interpretar estos temas musicales.

¿Qué desafíos y oportunidades encuentras en esta intersección?
– He tenido muchos desafíos desde el momento en que empecé esta aventura por el mundo del arte en general, entre el estudiar música académica y seguir manteniendo las tradiciones musicales. Considero que, gracias al trabajo constante, perseverancia, amor y paciencia, he tenido diferentes oportunidades que se han presentado durante este trayecto artístico y se me han hecho más accesibles gracias al reconocimiento que he ido logrando.

¿Qué te llevó a elegir el contrabajo como instrumento y cómo fue tu proceso de aprendizaje?
Siempre cuento una anécdota respecto de la elección de mi instrumento cuando me preguntan el porqué. Lo cierto es que el último día de mis clases de canto, el profesor me dio a elegir tres instrumentos; escogí el violín y la guitarra y dejé en blanco la última elección. Fue entonces que me dijo: “ya que no tienes interés en aprender otros instrumentos te voy a dar una opción; muéstrame tus manos -lo hice, las miró y sentenció; OK, el contrabajo, empiezas tal fecha del mes tal”. Regresé a casa con la idea de que iba a aprender a tocar un instrumento que desconocía y cuyo nombre escuchaba por primera vez.

Asistí al primer día de clases con la docente y gran contrabajista Karen Urtecho y ese fue el primer encuentro con mi instrumento. Al principio decía no puedo creer que vaya a tocar un instrumento más grande que yo, pero por dentro estaba llena de emoción por el hecho de aprender a tocarlo y así, durante las clases, fui conociéndolo y aprendiendo.
Así, me enamoré del contrabajo y sus sonidos graves; del colchón armónico de la orquesta; del papá de todos los instrumentos de cuerda.
Por eso digo que yo no elegí al contrabajo, sino el contrabajo me escogió a mí.

¿Qué papel ha jugado tu comunidad y tu familia en este camino?
– Vengo de una familia con muchos talentos; hay pintores, escultores, músicos, artesanos, diseñadores, etc. Por ese lado siempre tuve el apoyo familiar al hacer algo diferente, algo que no tiene mucho que ver con mi cultura. Ellos siempre han sido mi fortaleza para seguir haciendo música académica, porque creen en mi capacidad de crear y en mi talento; más aún cuando me vieron tocar el contrabajo por primera vez.
Hoy en día mi familia se ha acomodado a los cambios o trasformaciones de las expresiones artísticas, pero siempre en base a nuestros conocimientos ancestrales.

¿Cómo crees que tu rol como la primera contrabajista shipibo-konibo contribuye a la visibilidad de tu pueblo y su cultura en el mundo de la música?
Como siempre digo; para mí es un honor representar a mi cultura a donde vaya, siempre estaré orgullosa de mis raíces. Gracias a la iniciativa de hacer música académica, teatro musical, danza tradicional, tocar un instrumento poco común y siendo una mujer del pueblo shipibo-konibo es que hay un impacto positivo entre el público. Eso demuestra que la música o el arte en general no distingue nacionalidad, color de piel o idioma, sino que a través de ella puedo transformar, inspirar con mi historia y unir a toda una nación. Para mí esto no solo es visibilizar mi cultura viva, sino el impacto que causa la interculturalidad.

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¿Qué mensaje quieres transmitir a través de tu música?
Quiero transmitir a través de mi historia de vida y mi música la conexión entre nuestras raíces culturales y la universalidad de la música. A través de los sonidos de mi contrabajo, deseo mostrar cómo la herencia shipibo-konibo puede dialogar con la música académica, creando un puente entre tradiciones y nuevas expresiones. Quiero que mi música inspire respeto por la diversidad, reflexión sobre nuestra identidad colectiva y, sobre todo, esperanza para un mundo donde todas las voces, sin importar su origen, sean valoradas y escuchadas.

¿Cuáles son los principales retos y desafíos que has enfrentado en el mundo de la música?
Uno de los mayores retos ha sido abrir camino en un espacio donde no hay referentes en mi pueblo, y menos como contrabajista o músicos que se dediquen al estudio de la música académica. Enfrentarme a los prejuicios de lo que ‘debería’ ser la música shipibo-konibo o de cómo ‘encajo’ en la música académica ha sido desafiante. A menudo, las personas asumen que nuestra música debe quedarse en lo tradicional, y demostrar que puede dialogar con otros géneros y contextos ha requerido mucha perseverancia.

Otro desafío ha sido el mudarme y volver a Pucallpa, mi lugar de origen y encontrar recursos y oportunidades para estudiar un instrumento tan poco accesible como el contrabajo o encontrar orquestas sinfónicas que no es común en la región amazónica para poder seguir haciendo música pues llevaba tres años sin tocar el contrabajo por la pandemia. Otro reto, ha sido, también, el abrir camino para mi colectivo cultural Nii Jointi, ya que era muy importante compartir mis conocimientos artísticos con los demás, pero sin perder el vínculo con mis raíces ancestrales.

La representación ha sido un reto: ser la primera contrabajista de mi pueblo me llena de orgullo, pero también viene con una gran responsabilidad. Quiero ser fiel a mi identidad cultural mientras exploro nuevos caminos, y eso implica mantener un equilibrio entre lo ancestral y lo contemporáneo. Para mí esto es un desafío; inspirar a otros jóvenes shipibo-konibo a creer en sus sueños, sea en la música o en cualquier disciplina. Mostrar que podemos ocupar espacios en los que no se espera vernos es un reto, pero también una de mis mayores motivaciones.

¿Qué oportunidades crees que se abren para las futuras generaciones de músicos de otras etnias y naciones?
Son inmensas y emocionantes; en un mundo cada vez más conectado, las fronteras entre culturas y estilos musicales se difuminan, creando un espacio fértil para el intercambio y la innovación. Como músico shipibo-konibo, creo que nuestra música y nuestras tradiciones tienen mucho que aportar al diálogo global, y eso abre puertas para que nuevas generaciones no solo preserven su herencia cultural, sino que también la reinventen y la compartan con el mundo. Además, el acceso creciente a la educación musical formal y a plataformas digitales permite que músicos de comunidades tradicionalmente marginadas puedan formarse, producir y difundir su arte con mayor facilidad. Esto podría inspirar a otros jóvenes a explorar su creatividad, derribando barreras y generando una comunidad musical global más diversa e inclusiva.

Mi papel como contrabajista y músico académico es solo un pequeño paso en un camino más amplio, que espero inspire a las generaciones venideras a soñar en grande y a expresar sus voces únicas con orgullo. Creo firmemente que las raíces culturales de cada pueblo son una fuente inagotable de riqueza artística, y que el futuro de la música será tanto más brillante cuanto más diverso y respetuoso sea.

¿Consideras que la música es una herramienta para promover la diversidad cultural y el diálogo intercultural?
Definitivamente, la música es una herramienta poderosa para promover la diversidad cultural y el diálogo intercultural. Como músico shipibo-konibo, veo en cada nota una oportunidad para compartir nuestra cosmovisión, nuestras historias y nuestra conexión con la naturaleza. Al mismo tiempo, al integrar elementos de la música académica u otras tradiciones, mostramos cómo las culturas pueden encontrarse y enriquecerse mutuamente. La música tiene la capacidad única de trascender barreras lingüísticas y unir a las personas en un espacio común de entendimiento, respeto y celebración de las diferencias.

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¿Qué proyectos estás trabajando o tienes en mente para seguir explorando estas temáticas?
Tengo el colectivo cultural Nii Jointi, que es un proyecto que forme junto a mi padre y hermanos con el fin de promover, conservar y enseñar a todos aquellos jóvenes que les apasione el arte en general, pero dándole ese enfoque cultural con respeto y amor, hemos creado un lugar en donde ellos se puedan expresar independientemente. Junto a este equipo maravilloso que tengo hemos realizado varios proyectos culturales de la mano con el ministerio de cultura y bueno se vienen otros proyectos también y no solo con Nii Jointi sino también proyectos personales, los mantendré al tanto en mis redes sociales.

¿Cómo ha influido tu cosmovisión shipibo-konibo en tu composición musical?
Mi cosmovisión shipibo-konibo es el alma de mi música y guía cada aspecto de mi composición. En nuestra cultura, todo está interconectado: la naturaleza, los seres humanos, los espíritus y los ciclos de la vida. Esta interconexión se refleja en cómo construyo mis piezas, buscando que cada nota y cada silencio tengan un propósito, como si fueran parte de un tejido sonoro inspirado en los kené.

Los principios de equilibrio y armonía, esenciales en nuestra cosmovisión, también están presentes en mi música. Trato de equilibrar los elementos tradicionales y contemporáneos, el sonido terrenal del contrabajo y las melodías que evocan lo espiritual, creando un diálogo entre lo ancestral y lo moderno.

Además, nuestra relación con la naturaleza es fundamental. Mis composiciones buscan capturar la esencia de la selva: la fluidez de los ríos, el canto de las aves y el susurro de los árboles. Estos elementos no son solo inspiración, sino también una manera de honrar a los espíritus de la tierra y transmitir el mensaje de que debemos cuidar de nuestro entorno.  En última instancia, mi música es una extensión de mi identidad shipibo-konibo. Es mi manera de contar nuestras historias, preservar nuestras raíces y compartir nuestra visión del mundo con quienes la escuchan.

¿Qué papel juega la naturaleza y los elementos ancestrales en tu música?
– Diría algo como:  La naturaleza y los elementos ancestrales son el corazón de mi música. Como artista shipibo-konibo, nuestra conexión con la selva, los ríos, y los ciclos de la vida es sagrada y está impregnada en nuestras canciones, ritmos y melodías. En mi música, la naturaleza no solo es inspiración, sino también lenguaje: cada sonido busca evocar el murmullo de los árboles, el canto de las aves, o el flujo del agua. Los elementos ancestrales, como los ikaros y los patrones kené, son un legado que llevo conmigo al contrabajo a través de la música académica, transformándolos en un puente que une lo ancestral con lo contemporáneo. Mi música es un homenaje a nuestra tierra y a los espíritus que la habitan.

 

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¿Cómo te relacionas con otros músicos de tu comunidad y cómo colaboras con ellos? – No he tenido aun la oportunidad de realizar una colaboración musical con los artistas de mi comunidad, ya que tenemos enfoques distintos sobre la música, pero tengo en cuenta que ha habido una evolución musical que hoy en día la conocen y denominan como “cumbia masha”; una mezcla de cumbia y canciones en el idioma shipibo.
Lo que sí he realizado es una colaboración musical con mi familia, compusimos dos temas de fusión musical con los sonidos tradicionales de la selva, rock y chicha peruana, eso nos ha permitido conocernos musicalmente a través de esta interacción intercultural.

 

¿Has escuchado el trabajo de Esperanza Spalding? ¿Qué otros artistas admiras o tienes como referentes?
– Sí, estoy familiarizada con el trabajo de Esperanza Spalding. Es una artista increíblemente talentosa y versátil. Su capacidad para fusionar géneros como el jazz, la música clásica, el R&B y elementos de música experimental es impresionante. Además, su virtuosismo como contrabajista y vocalista es algo que inspira a músicos de todas partes.  Lo que más destaco de su trabajo es cómo utiliza su música para explorar temas profundos, desde la espiritualidad hasta la identidad, siempre con un enfoque creativo y fresco. Su álbum «Emily’s D+Evolution» es un gran ejemplo de su genio, donde combina narrativa teatral con composiciones complejas. También es admirable su compromiso con el arte como un medio de transformación social y personal.

 

Así como ella, hay muchos artistas que admiro, como Demer Ramirez (mi padre), músico y compositor shipibo-konibo, alguien que ha inspirado a muchos con su música y su personalidad; su sabiduría y amor a su cultura y a la música lo han llevado a escenarios importantes con otros artistas que lo han inspirado mucho, pero sin perder su identidad cultural.

Lesly, siempre cerramos con esta pregunta: ¿qué te sigue emocionando?
– El seguir creyendo en mí misma, como la posibilidad de conectar o unir a toda una nación. Cada vez que toco mi contrabajo, siento que llevo conmigo las raíces de mi cultura shipibo-konibo y que, a través de la música académica, puedo compartirlas con el mundo. Me emociona explorar cómo los cantos ancestrales, los ritmos y las historias de mi pueblo pueden dialogar con las formas y lenguajes de la música clásica y contemporánea.

También me llena de esperanza ver cómo las nuevas generaciones se interesan por preservar y reinventar nuestras tradiciones, y cómo el arte puede ser un puente para el entendimiento y el respeto entre culturas. Cada escenario es una oportunidad para que mi música cuente quiénes somos y qué soñamos, y eso es lo que mantiene viva mi pasión. Muchas gracias a ustedes, revista Leonardo, por esta hermosa entrevista.

Por Leonardo

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