Las mejores producciones locales llegaron con canciones de nu disco, pop global, indie rock, trap y música electrónica de baile.

“El ayer no existe, el mañana tampoco”
Andrea Martínez
Independiente
Con un pie en las lustrosas superficies de la música disco y otro en los ritmos sintetizados del pop electrónico que emergió de ella tras su declive, “El ayer no existe, el mañana tampoco” no es sólo una cascada de arreglos de violines que fluye de la bola de espejos de una utópica discoteca de finales de los años setenta, sino también el pulso de una caja de ritmos que ofrece una versión futurista, automatizada, casi robótica, del más sofisticado funk afroamericano. Al pie de esta aleación de algunos de los más eficaces y reconocibles rasgos de la música de baile de nuestra era, con el timbre de voz de una muchacha que acaba de dejar atrás la adolescencia y se prepara para entrar en la adultez, con un fraseo que se alimenta tanto de las estrellas de pop como de las divas del R&B, Andrea Martínez retoma una de las líneas temáticas clásicas de la música de club: abandona el pasado, niega el futuro, disfruta el presente. Como todo single que se precie de serlo, le creemos todo lo que dice, al menos durante sus tres minutos y cincuenta segundos de eternidad.

“Retorno de Saturno”
Dan Dan Dero
Independiente
Con una base rítmica que avanza con la alegría y determinación de cualquier éxito pop de los años sesenta y una guitarra que presiona la melodía en los pedales de efectos como un paseo en bicicleta bajo una inesperada lluvia de primavera, el single más reciente de Dan Dan Dero hace que los dolores y frustraciones que conlleva madurar y dejar atrás la adolescencia –ese viejo tópico del indie rock– parezcan una experiencia de aprendizaje, adaptación y, por qué no, inevitable renacimiento.

“Kung Fushion”
La Lá, Alejandro y María Laura
Independiente
Una cantante que trafica con acordes de jazz bajo el camuflaje de melodías infantiles y un dúo que juega con la métrica de sus canciones con la destreza con que Faulkner cambiaba el punto de vista de sus narradores, La Lá y Alejandro y María Laura se unen para confeccionar una canción aparentemente legible, supuestamente normal, aunque repleta de contornos melódicos al borde de la disonancia y de ritmos que acaban argumentando con ellos mismos al final de cada estrofa. El resultado no evoca sólo la confusión emocional que viven los protagonistas de la canción, sino la perplejidad auditiva del propio oyente, quien después de escuchar el tema por enésima vez necesita volver a él para seguir descifrando sus misterios.

“El tiempo”
Novalima, Dom La Nena
Six Degrees Records Music
En esta reciente colaboración con la cantante brasilera Dom La Nena, Novalima hace a un lado su acercamiento electrónico a los ritmos afroperuanos para adoptar una estilizada aproximación pop a los ritmos globales. Gracias a un acabado desértico, casi espectral, donde las percusiones de influencia africana son decodificadas como mensajes captados por una antena de largo alcance, la canción hace pensar en aquellos temas de Talking Heads y Daniel Lanois que, a inicios de los años noventa, fueron incluidos por Wim Wenders en la banda sonora de su película Until the End of the World. Su despojado y elegante tratamiento del dembow –con su timbre árido, matizado por reflexivas líneas de bajo y acérbicos acentos en la guitarra eléctrica– evita que el single acabe de telón de fondo en bares hípsters y lo convierten en el perfecto acompañante para un viaje por carretera en el que uno contempla los extramuros del mundo desde la ventana de su automóvil.

“Llama”
Onebrilla, Buhowhite
Independiente
Con sólo un pulso programado en clave trap y un loop de acordes de jazz en la guitarra, Onebrilla y Buhowhite evocan la sensación de irrealidad que rodea la espera de su objeto de deseo. Al reducir la melodía y el ritmo a su mínima expresión, la canción no sólo evita caer en una ornamentación innecesaria, sino que convierte a la forma en el fondo; en este caso, un espacio íntimo donde los amantes pueden prescindir del mundo que los rodea.

“DANCE (Lujuria)”
Yanna
Independiente
El single más reciente de Yanna empieza con un bajo de pulsos quebradizos cuya geometría recuerda la abstracción del sonido dubstep que emergió de la periferia proletaria de Londres a inicios de los años 2000. De todos modos, en contra de lo que el oyente podría esperar, la abstracción no tarda en ser galvanizada por un torrente de pulsaciones house que surge para añadirle un contorno de familiaridad pop a la canción. Una vez establecida esta fusión de estilos provenientes de distintos capítulos de la historia de la música electrónica de baile –en la que se dan la mano el éxtasis de la discoteca y el rumor narcótico del club underground– se escucha la voz de Yanna irrumpiendo con un timbre grave, rugoso y dominante; una voz cuyo discurso desvergonzadamente lascivo remite a mega-estrellas del trap actual como Cardi B y Megan Thee Stallion. Al finalizar la canción nos quedamos con la sensación de haber escuchado una lograda reelaboración de una vieja metáfora de la música popular –tan vieja como el swing, el R&B y el rock ’n’ roll– una vieja metáfora en la que el baile alcanza su mayor realidad tomando el lugar del sexo y el sexo alcanza su mayor trascendencia tomando el lugar del baile.

[…] MÚSICA PERUANA: LOS MEJORES LANZAMIENTOS DE MAYO Descubre los álbumes y singles de esta temporada […]