#LeoSubmarine

 

Hace poco más de seis años conversé con Valentín Falconí (Tacna, 1989), curiosamente, también de manera online. En aquel momento él estaba en Barcelona estudiando una especialización de animación stop-motion en la Escuela 9Zeros, la misma que ahora forma parte de ECIB, la Escuela de Cine de Barcelona. Aquella vez conversamos sobre su incombustible pasión por la animación stop-motion. Ahora, volvemos a conversar sobre lo mismo, pero con más años, kilómetros y trabajos en la espalda. Y en concreto, sobre 198451, su cortometraje animado. Sí, en stop-motion.

 

Tráiler de 198451

 

Durante todo el 2019, Falconí y su estudio de animación realizaron la producción de 198451, cortometraje animado de 10 minutos que estrenaron en junio de este 2020. Para hacerlo realidad recurrieron a una campaña de crowfounding donde tuvieron premios digitales y físicos, entre ellos un Pin que caracteriza a todos los que apoyaron con donaciones. También sortearon diversas cosas como cuadros de ilustraciones suyas, personajes hechos a escala, material original del corto, etc.

 

I. Valentín, hace un par de años hicimos una nota, también para Leonardo, sobre Martina y Rigoberto, una hermosa serie en la que trabajaste para TV Perú.  Nos convoca ahora un proyecto tuyo que ha visto la luz en forma de cortometraje: 198451.

 

¿Cómo se origina el proyecto?
– Desde hace un par de años le venía dando vueltas al universo donde se desarrolla la historia, mundo donde se muestra el sistema caníbal del consumismo. El guion aterrizó en un curso que llevé con el maestro Pavel Solís.

¿Cómo fue tomando forma?
– Inicialmente iba a ser un corto de 7 minutos, la historia y personajes se fueron transformando como la plastilina misma. Mientras la escribía pensaba en cómo iba a animarla, eso me ayudó a hacerla realizable, ya que en el cine de animación cada fotograma vale oro. Por partes, el guion se transformaba en storyboard y luego en muñecos de plastilina, se adecuaba a lo que era necesario para avanzar.
Hacer pre maquetas de los escenarios también fue importante, recuerdo que para mi pitching fui con una pequeña maqueta de los personajes sentados en el escenario principal. Meses después, esos personajes cambiaron totalmente, pero me ayudaron a darle forma al cortometraje y a decidir qué iba y qué no. La historia terminó durando 10 minutos.

¿Cómo fue el proceso de su producción?

– Empezamos diseñando y construyendo escenarios y utilería a escala. Primero pruebas y pruebas de maquetas y materiales, encontrando las texturas que mejor funcionaran frente a cámara. En el departamento de arte la mayoría del equipo metió mano, desde la gente de foto hasta la de sonido. Valeria Salluca, Nicole Wendorf y Danitza Villaverde fueron las encargadas del departamento de arte y reciclaron bastante material de muchos lugares, para ir acorde a la idea principal del cortometraje.

¿Qué etapa fue la más complicada?

– El rodaje definitivamente. Fue divertido, pero también bastante laborioso. La animación era una tarea diaria, que iba de la mano con la dirección de fotografía, a cargo de Mya Mejía y Mary Ascoy. Con ellas nos pusimos a construir artilugios para hacer que la luz se sienta natural dentro de maquetas muy pequeñas. Cada cambio de plano implicaba reajustar luces, rebotes, etc. Teniendo en cuenta que para cada segundo de video final tenemos que tomar 12 fotografías, a veces grabábamos  uno o dos planos diarios, cinco o diez segundos a lo mucho en un día.  Imagínate lo que sentimos al terminar los diez minutos del corto (risas)  

¿Cuántas personas formaron el equipo?

– Inicialmente fuimos doce, pero a medida que el proyecto iba creciendo en etapas y tareas específicas, sumamos poco más de treinta. Actualmente, por ejemplo, que el cortometraje está exhibiéndose en festivales y se encarga un nuevo integrante del equipo, Saúl Anampa de 4Monos.

¿Cuánto tiempo tomó toda la producción desde el inicio hasta el acabado final?

– Dejando de lado el guion, la producción duró alrededor de ocho meses. Los procesos estaban solapados, el rodaje duró alrededor de cuatro meses, de los cuales, mientras rodábamos con un escenario, se iban construyendo otros. Como trabajamos en un espacio pequeño teníamos que organizarnos bastante bien con el uso de las maquetas y planificar para tenerlas listas cuando el cronograma de rodaje las necesitara.

II.- Según leíamos en la sinopsis, “198451 es una fantasía oscura que tiene por objetivo entretener y llamar a la reflexión acerca del estilo de vida hiperconsumista en el que estamos sumergidos”

 

¿Cómo definieron los personajes y sus respectivas voces?

– El cortometraje no es mudo pero carece de una lengua humana. En este sentido, los actores de voz tenían que ser muy expresivos al ejecutar onomatopeyas.

Rafo Ráez hace de cerdo y desde las primeras pruebas de sonido se metió totalmente en la piel del personaje. Muki Sabogal interpreta al protagonista, es un contraste bastante interesante con Rafo, ya que es más aguda y crea bastante empatía con el espectador. Las personalidades de los protagonistas se apoyan en la idea que tenemos nosotros de esos animales: el perro fiel, la oveja que sigue al ganado, el cerdo, etc. 


Muki Sabogal: Perro


Rafo Ráez: Cerdo.

El título es un homenaje a las novelas 1984 de George Orwell y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. En 198451 un sistema autoritario y decadente aplasta a los protagonistas como en esas novelas. Aunque, como estructura, la idea más fuerte que tenía en la cabeza era la Alegoría de la Caverna de Platón; quienes vean el corto entenderán a lo que me refiero.

 

¿Hay alguna referencia o guiño hacia algún director o película en el corto?
– En tres fotogramas hay una referencia directa al caballo del Guernica de Picasso.

III.- Valentín, la apuesta estética y creativa tuya y del estudio que diriges apunta decididamente al uso del stop motion:

 

¿En qué fundamentas la apuesta por esta técnica de animación?

– La tierra, la madera, el metal, la suciedad en la plastilina, todo es real y cobra vida por un truco que hacemos frente a cámara. Estéticamente es enriquecedora en texturas y puede servirnos en determinadas historias aportando a la narrativa con el uso de un material determinado. Pero el verdadero porqué del por qué usamos stop-motion en Wuf Studio es porque nos encanta, emana directamente de nuestro cerebro reptiliano.

¿Cómo está el mercado de animación en nuestro país?

– Todo ha sido bastante afectado por la pandemia, vamos a ver cómo nos recuperamos. La animación estaba en crecimiento, la digital especialmente, la animación tradicional es un tema más de nicho. De todas formas, es importante resaltar que se puede realizar animación de una forma más segura en estas épocas, varios proyectos live-action han virado hacia la animación.

¿Podemos mirar este rubro medianamente optimistas de cara al futuro?

– Sé que el stop-motion es algo más de lucha, de buscar el nicho, ya que la tendencia global es lo digital. Yo me mantengo firme en mi lucha y apuesto por las cualidades de la animación tradicional.

IV.- En medio de toda esta atípica y extraña situación que vive el mundo

 

¿Cuál ha sido y será el recorrido de 198451 en los próximos meses? Por lo que vi, ha obtenido varios reconocimientos.

– Actualmente se está exhibiendo en festivales de cine de manera online, vamos a ver qué pasa el próximo año. Hemos estrenado en julio y nos está yendo muy chévere en el recorrido, nos llevamos tres premios en Pandemia Fest y el año pasado con el cortometraje aún en desarrollo nos llevamos el segundo lugar en el Fogón de Proyectos del Festival Ajayu. La próxima competencia confirmada es en septiembre, en Shorts México.

 

¿Cuándo podremos verla localmente?

– En Perú, el corto es parte de la selección oficial del Festival Al Este que se llevará a cabo del 1 al 11 de octubre, esta vez será virtual debido a la pandemia, ahí podrán verlo.
De todas formas, siempre anunciamos fechas de proyección en nuestras redes sociales, pueden encontrarnos como @198451shortfilm (risas)


Vimos el estupendo trabajo de Jimbo en el diseño del afiche, ¿qué tan emparentados están la ilustración y la animación, según lo ves?

Jimbo es un capo, estoy armando un pequeño altar con sus trabajos en mi casa. Hace unos años con Jimbo, Nemo y Peremese le dimos vida a sus ilustraciones y murales en un corto animado llamado Salvajes. Desde ese tiempo hasta ahora a veces hablamos de ideas que ojalá algún día cobren vida, me divertiría mucho darle movimiento en plastilina a lo que él ha estado haciendo últimamente.

Ilustración: Jimbo

¿Cómo vives el proceso actual luego de haber concluido la obra misma?
– En teoría el cortometraje ya estaba listo a principios de año, en mayo estuvo el corte final. Todo ese tiempo lo dejé reposar mientras resolvía algunos detalles en mi cabeza, me costaba mucho darlo por acabado, grabamos nuevamente la voz del protagonista con Muki Sabogal, a distancia debido a la cuarentena, y me encantó cómo lo hizo. También agregué un plano en la última escena. Ahora me siento tranquilo y me gusta que el corto genere ciertas preguntas, tanto en la narración como en lo técnico.

¿Cuáles son tus expectativas como director?
– Seguir haciendo stop-motion y contar historias que valgan la pena ver y escuchar. Tengo el sueño de hacer un largometraje con Wuf Studio, veremos qué pasa.

Si tuvieras que sintetizar 198451 en una frase, ¿cuál sería?
– Todo es precario.

 

3 comentarios en «Valentín Falconí, director de 198451: Hago stop-motion porque emana directamente de mi cerebro reptiliano.»

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