#LeoSubmarine
Artista multidisciplinaria, bachiller en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Lima y directora de la editorial Cielo Desnudo, conversar con Astrid Soldevilla (Lima, 1995), ha sido grato y estimulante. Dueña de sólidos argumentos y posiciones respecto de los temas que abordamos, la joven ganadora del Festival de Cine Peruano Hecho por Mujeres con el documental ‘Deshojar Orquídeas’ es una voz con sello propio, inconfundible e intransferible.
Como poeta, Astrid forma parte de la antología ‘Liberoamericanas: 80 poetas contemporáneas’ publicada por Liberoamérica en España, Argentina, Bolivia y Uruguay. Asimismo, fue panelista del encuentro ‘Spanish and Latin American Voices in Oxford’ de la Universidad de Oxford y fue invitada al Congreso de la República en el marco de ‘Viva Palabra’ para la presentación de sus proyectos de video poesía.
¿Qué tal la experiencia como panelista y poeta en Oxford?
En esa época dirigía un colectivo llamado Pez de Fango que buscaba difundir el trabajo de poetas peruanos que no eran conocidos. Bajo esta óptica, durante dos años realizamos recitales y encuentros de arte gratuitos donde cualquier artista que quisiera mostrar su trabajo podía hacerlo. Es en ese contexto que surge la oportunidad de ir a Oxford y presentar el proyecto. Era la primera vez que iba a un evento literario fuera de mi país y gracias a ello tuve la oportunidad de conocer a escritoras excepcionales de diferentes partes de América Latina. Definitivamente fue una experiencia que me cambió.
¿Para cuándo podremos leer tu primer poemario?
Espero que para fines de este año o inicios del próximo. Es un libro que escribí en el 2018 y al cual le tengo mucho cariño.
Luego del impacto y reconocimiento que tuvo «Deshojar Orquídeas», ¿qué otro proyecto audiovisual has abordado?
Actualmente con Cielo Desnudo nos encontramos realizando un proyecto de video poesía con una poeta peruana. Es un poema sobre Lima y una Lima sin mucha pretensión ni romanticismo, una Lima tal cual, sea lo que sea que eso signifique. Definitivamente me encantaría volver a hacer un documental de corte experimental. Me interesan muchísimo las otras formas de contar las historias. La narrativa aristotélica es predecible y para generar impactos desde lo social hay que emocionar y para emocionar hay que generar situaciones inesperadas.
¿Cómo nace y cómo ha ido creciendo el proyecto Cielo Desnudo?
Cielo Desnudo nace como una respuesta a la argolla editorial. Es un proyecto puramente digital en el que cualquiera puede participar sin importar si tiene dinero o fama. El año pasado lanzamos la primera edición con 22 poetas de 6 países de América Latina y en julio de este año lanzaremos la segunda edición. Es emocionante leer tantas propuestas jóvenes latinoamericanas, es como conocer a muchas personas sin siquiera haber hablado con ellas, pero imaginar quiénes son a través de su obra.
El proyecto más próximo es el lanzamiento de un video poema que venimos trabajando con una poeta peruana.
El año pasado fuiste ganadora del concurso de fotografía de la Cátedra UNESCO, ¿qué estás desarrollando ahora en esta disciplina?
Me encuentro lentamente alejándome de la fotografía puramente digital y pasando a la intervención fotográfica. Siento que el contexto ha despertado en muchos artistas este deseo de ver materializado su trabajo, de poder tocarlo, de poder componerlo con las manos y también destruirlo. Hay un hambre de tacto, al menos así lo siento. Y en ese sentido estoy explorando las posibilidades de la imagen fuera de la pantalla. Ahora que la interacción con el otre es limitada, el autorretrato se ha presentado como la única opción disponible y es un ejercicio interesante para mí poder estudiar mi cuerpo y su sensibilidad con esta suerte de distancia que otorga la fotografía. La imagen es solo la imagen, pero el autorretrato es un enfrentamiento simbólico con uno mismo y es particularmente interesante realizar un registro del cuerpo en el que habito y luego decidir transformar esa imagen con las manos, quemarlo, romperlo, añadir elementos externos. Es casi psicomágico.
¿Ya le pusiste título al disco que agrupará tus canciones?
Me encantaría (risas), pero creo que nombrarlo es lo que falta. Las canciones están ahí y espero que vean la luz pronto.
En un tiempo de ebooks, kindles, pdf’s y más; ¿cómo defenderías la vigencia del libro de papel?
El papel es una experiencia maravillosa que no siento que pueda ser destronada por la interacción con la pantalla. Como dije anteriormente, hay hambre de tacto. La gente quiere sentir las cosas de cerca y la pantalla implica distancia. Incluso hay como una suerte de frialdad tecnológica, al menos así lo siento. Amamos las pantallas, somos adictos a ellas, pero también queremos destruirlas, porque nos hacen daño.
Lo máximo que te puede pasar con el papel es que te vuele la cabeza o que te cortes los dedos.
Más que para celebrar, este 8 de marzo, me parece que es una fecha para reflexionar y actuar. Según tu mirada, ¿qué significa ser mujer en el Perú?
Creo que no me corresponde hablar por todas las mujeres del país, pero definitivamente implica resistir. Implica mucha rabia también. Creo que lo importante es la organización colectiva de esa rabia para ser utilizada como herramienta política.
En el 2018, Nat Geo publicó un dato desolador: según el Foro Económico Mundial, aún faltan 170 años para cerrar completamente las brechas de género a nivel mundial. ¿Cuáles crees tú que son los pendientes en lo que más debemos trabajar como sociedad?
Es una pregunta muy amplia, son tantas las cosas que nos faltan en materia de derechos humanos y sobre todo comprender eso, que la igualdad es un derecho humano no un favor que se nos está haciendo. Es ridículo tener que explicarle al otro su propia violencia y por qué no tiene ni debería matarnos. Es tan estúpido, pero constantemente parece que aquelles que hemos sido socializades como mujeres o que simplemente no somos hombres tenemos que explicarles qué significa habitar este cuerpo y este lugar en la sociedad y es agotador. No es nuestra labor educarlos en cómo ser personas. Es lo mínimo que pueden hacer y no les vamos a felicitar por ello.
Siendo el quehacer poético un arte que impregna cada momento de la vida, ¿cuáles son los versos más recurrentes en tu memoria?
‘Mientras mi corazón que tal imbécil mi corazón
Crece y crece como un tumor de terciopelo
Pensando qué jodido el cielo qué mierda la vida
Las nubes grises los excrementos la basura
Y llorando amargamente al pie del Arno hasta caer rendido
Como Petrarca o como Dante sin volver a ver tu ombligo’
Todos los versos de La sonrisa de Leonardo es una rosa cansada y todo lo que haya escrito o elaborado alguna vez Jorge Eduardo Eielson.
¿Cómo defines el viaje de tu escritura durante todos estos años?
Tormentoso y a veces optimista. Uno escribe más por necesidad que por satisfacción y eso es lo que marca para mí la diferencia entre la poesía y las otras artes que pueda ejecutar. Con el resto de cosas que hago me puedo divertir, las puedo hacer por placer, pero sentarse a escribir es duro, es confrontacional.